Las personas con profesiones creativas nos hemos dado cuenta, al igual
que se dio Eisner, de que las artes abren la mente, la desarrollan, así como
desarrollan el mundo interior y no dan una única solución a un posible
problema. Seguramente sea por esto que, muchas veces, seamos considerados como
excéntricos por nuestra forma de pensar e, incluso, de vestir.
Necesitamos de las artes para poder expresarnos. Las palabras y los
números se quedan cortos. Como dice la canción, "las palabras se quedan
cortas para decir todo lo que siento". ¿Cuántas veces, al intentar contar
algo, hemos parado la explicación para buscar un trozo de papel y ponernos a
dibujar?
Eisner fue el primero en aplicar las artes en la educación porque
considera que son necesarias para el desarrollo de las personas. Pretendía
preparar a las personas para la vida diaria, y por eso proponía retos y
obstáculos para que los niños aprendieran y experimentaran, así como instar al
profesor a experimentar con los alumnos. Obligaba, de esta manera, a que el
docente no quedara únicamente como un guía, sino como una persona que comparte
conocimientos y que aprende con, y de, los alumnos.
Todos, cuando nacemos, tenemos capacidad artística. Que la
desarrollemos, o no, es cuestión de los adultos. Es una lástima que una persona,
que tiene claro su futuro como artista, vea que se le han cortado las alas
porque no encaja en lo que su familia, o la sociedad, espera de él y debe
cambiar a una profesión más acorde con los deseos externos.
Eso es lo que hay que cambiar mediante la educación artística. Sin
embargo, existe un profundo temor a crear gente con capacidad crítica. Gente
capaz de discernir entre lo que está bien y lo que está mal. Personas que
puedan ver más allá de lo que se les está mostrando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario